
ORIGEN
Las folías se han extendido con los años por todas las Islas Canarias. Su remoto origen está en Portugal, esta pieza musical se modificó a su paso por Andalucía, en el siglo XVI, coincidiendo con la adaptación cortesana de las danzas populares. Por ello, dejará de ser la danza bufonesca portuguesa que era inicialmente, y se irá refinando poco a poco. En el siglo XIX aparece como danza amorosa para parejas, en la que el hombre no puede tocar a la mujer. Los danzantes se mueven frente a frente y de un lado a otro, castañeando los dedos y dando alguna vuelta, sin dejar de mirarse, por ello podemos decir que tiene un punto muy sensual.
En Canarias las folias llegan durante el proceso colonizador. Es el canto regional más antiguo, más que las isas y las malagueñas.
Los bajos del acompañamiento hacen pensar que el origen no fue popular, de ahí la dificultad que entraña para el canario cantar una folía.
Dadas las connotaciones de pieza amorosa que se le ha adjudicado a la folía, hay algunas voces que se pronuncian en favor de su relación con los boleros.
TIPOLOGÍA
En el caso de la Folía no se puede especificar los tipos que hay, puesto que son innumerables. Folías hay tantas como intérpretes que las canten, aunque es cierto que cada Isla tiene sus peculiaridades, sus formas, su estilo propio y particular. En Gran Canaria se toca esta pieza con el timple, y se baila de forma señorial.
La folía más que un canto es una exteriorización de los sentimientos y es por eso por lo que tiene ese carácter tan particular.
La folía «»locura»», a la que se ha relacionado con una danza que se ejecutaba en los velorios delante del ataúd, en honor al muerto, tal y como lo describe Domingo J. Navarro, en su libro Recuerdos de un noventón (1893), coinciden con unas que conocemos como Antiguas Folías de Gáldar.
BAILE
La folía tiene el origen de su baile en una danza cortesana, que se extiende y se hace más popular después del año 1700.
Se baila con maneras cortesanas, muy delicadamente. Sigue una antigua tradición del cambio de pareja por parte de la mujer, la cual retorna, después de una serie de pasos, con su acompañante inicial.
La coreografía partía pues de un coro en el que se colocaban las parejas frente a frente, y de espaldas con las otras parejas. Bailaban sueltos sobre el sitio, alternando ligeros desplazamientos laterales de cinco pasos, hacia el exterior e interior del coro.
El mandador era el que indicaba cuando se procedía a realizar el giro, el cual era por la izquierda, para así bailar con las parejas contrarias. De esta forma continuaban bailando hasta que el mandador indicaba el cambio de parejas, luego repetían esta operación y avanzaban, quedando los hombres por fuera del coro y giraban hasta quedarse bailando con una nueva pareja.
Las folías canarias se bailan en grupos de parejas, pero parejas sueltas e independientes.
A la hora de bailar, no se puede salir a la pista hasta que los músicos den el aviso y en ese momento se colocan las parejas de frente una a la otra.
Posteriormente, hay una introducción musical, donde no se baila hasta que no se dé la voz de «Aires». En ese momento el varón da un paso hacia adelante, con una reverencia hacia la mujer que bailando lo rechaza dando un paso hacia atrás y otro hacia un lado; entonces ambos cambian de pareja.
Cuando el varón retrocede ella se acerca dando un paso hacia adelante, como una reconciliación, y así sucesivamente, pero sin tocarse.