La fruta es uno de los productos característicos de la economía y la cocina canaria. De las frutas podemos decir, que uno de sus mayores exponentes, por ser uno de los productos cultivados en la Isla con mayor proyección exterior, es el plátano.

En la actualidad, se cultivan y consumen una amplia gama de frutas como: naranjas, mangos, papayas, aguacates, piñas, etc.; pero uno de los cultivos, que tradicionalmente más arraigó en la Isla, fue el plátano.

Pero en este apartado también queremos dedicarle un espacio a una serie de productos, las frutas preparadas, que fueron un alimento muy socorrido en épocas de carestías, y que aún se siguen comiendo, pero ya de forma más esporádica.

 

PLÁTANO

El plátano es una de las frutas más consumidas en el mundo, de hecho, ya era conocida desde antiguo en el sudeste asiático. Es una fruta que se asocia con paisajes exóticos, y también es un elemento iconográfico, incluso con connotaciones eróticas, pero para el caso de las Islas, se ha convertido casi en un símbolo de la identidad canaria, aunque no se trate de un productos endémico.

La platanera está totalmente integrada en el paisaje agrario de las Islas, además de los elementos necesarios para su cultivo como los cortavientos de bloques, los estanques y charcos en medio de los cultivos, los salones de empaquetado, etc.

ORIGEN

El plátano es originario de Asía, de países tan dispares como Filipinas, Birmania, India o Nepal, y de aquí se extiende a zonas tropicales del planeta.

El plátano llega a las Islas coincidiendo con el inicio de la Colonización del Archipiélago, siendo introducido previamente aquí, para luego enviarlo a las colonias americanas.

CARACTERÍSTICAS

Tras la decadencia de la vid y de la cochinilla, las compañías inglesas monopolizaron el cultivo del plátano, y a partir de este momento y hasta mediados del siglo XIX, este producto pasa a ser una de las mayores fuentes de ingresos de la economía canaria. El plátano se convierte pues, junto con el tomate, en un producto, básicamente, destinado a la exportación.

El cultivo del plátano se generalizó en algunas de las Islas. Su producción se situaba en el norte de las Islas, dado sus recursos hidráulicos. En Gran Canaria, la zona de cultivo, es la que comprende los municipios de Arucas, Gáldar y Guía, donde la mayor parte de las tierras están destinadas a la producción del plátano.

El mercado del plátano se ha ido modificando en el tiempo, desde la decadencia con respecto a Europa, al incremento del comercio con la Península, hasta la situación actual, que desde luego, no es por la mejor que ha pasado.

En Europa se ha permitido la entrada a nuevos competidores, que mantienen una pugna con el plátano canario en relación a los precios. Esto genera mucha incertidumbre en el sector platanero isleño dado que se encuentra en desventaja en los mercados europeos.

Las propiedades de los suelos isleños, el agua y las temperaturas del Archipiélago han propiciado la instalación del plátano en las Islas. La puesta en marcha de la infraestructura necesaria, como la mano de obra, preparación de terrenos, sistemas de riego, abonado o comercialización necesitan de una inversión importante de capitales.

La distribución del trabajo en las actividades realizadas entorno al plátano, quedaron bien definidas en sus orígenes. El hombre se ha vinculado con las labores relacionadas con el cultivo y corte del fruto. La mujer se ha dedicado a labores de empaquetado y embalaje para la posterior comercialización. Las mujeres trabajaron en las labores de cultivo y bastante más de lo que tradicionalmente se ha pensado.

Se consume en la Isla como fruta fresca y como ingrediente para postres y repostería.

Otra manera de comerlo es frito, o de acompañamiento en platos compuestos de arroz. Luego también se ha usado como complemento en la alimentación infantil, a modo de compotas, e incluso, en la elaboración de licores.

Tras la decadencia de la vid y de la cochinilla, las compañías inglesas monopolizaron el cultivo del plátano, y a partir de este momento y hasta mediados del siglo XIX, este producto pasa a ser una de las mayores fuentes de ingresos de la economía canaria. El plátano se convierte pues, junto con el tomate, en un producto, básicamente, destinado a la exportación.

El cultivo del plátano se generalizó en algunas de las Islas. Su producción se situaba en el norte de las Islas, dado sus recursos hidráulicos. En Gran Canaria, la zona de cultivo, es la que comprende los municipios de Arucas, Gáldar y Guía, donde la mayor parte de las tierras están destinadas a la producción del plátano.

El mercado del plátano se ha ido modificando en el tiempo, desde la decadencia con respecto a Europa, al incremento del comercio con la Península, hasta la situación actual, que desde luego, no es por la mejor que ha pasado.

En Europa se ha permitido la entrada a nuevos competidores, que mantienen una pugna con el plátano canario en relación a los precios. Esto genera mucha incertidumbre en el sector platanero isleño dado que se encuentra en desventaja en los mercados europeos.

Las propiedades de los suelos isleños, el agua y las temperaturas del Archipiélago han propiciado la instalación del plátano en las Islas. La puesta en marcha de la infraestructura necesaria, como la mano de obra, preparación de terrenos, sistemas de riego, abonado o comercialización necesitan de una inversión importante de capitales.

La distribución del trabajo en las actividades realizadas entorno al plátano, quedaron bien definidas en sus orígenes. El hombre se ha vinculado con las labores relacionadas con el cultivo y corte del fruto. La mujer se ha dedicado a labores de empaquetado y embalaje para la posterior comercialización. Las mujeres trabajaron en las labores de cultivo y bastante más de lo que tradicionalmente se ha pensado.

Se consume en la Isla como fruta fresca y como ingrediente para postres y repostería.

Otra manera de comerlo es frito, o de acompañamiento en platos compuestos de arroz. Luego también se ha usado como complemento en la alimentación infantil, a modo de compotas, e incluso, en la elaboración de licores.

FRUTAS PREPARADAS

El isleño que vivía en el ámbito rural, dedicado a las labores de labranza y pastoreo, se las tuvo que ingeniar en épocas de carestías, tal y como pasó en la posguerra, para sobrevivir de los productos que le proporcionaba su entorno.

El nivel de vida y el relativo aislamiento de la población rural, hacía que se aprovechara todo tipo de frutas, conservarlas de la mejor manera posible para tener así, qué comer durante el invierno.

En el interior de la Isla había variedad de frutas como: las ciruelas, las peras, los tunos o los higos, los cuales eran tan conocidos y usados como lo fue el gofio. Y es que era un aporte calórico de vital importancia en la escasa dieta del canario de la época.

En el sur de la Isla contaban también con otro producto que era muy apreciado en su momento, y que aún se sigue comiendo, las aceitunas, que se podían comer con mojo, o bien usarlas para hacer aceite en alguno de los molinos que había en Santa Lucía o en Temisas.

HIGOS

Según la tradición de nuestros antiguos, la higuera fue traída por primera vez a Canarias por unos aventureros mallorquines en el siglo XIV. Gracias al buen clima del Archipiélago, la especie se adaptó fácilmente y sus frutos se convirtieron en una de las predilecciones de los isleños.

Hoy se reconocen hasta seis tipos de higos: los blancos, los negros, los bergazotes o cotios, los de invierno, los hartabellacos y los higos bobos. Pero también se conocen con otro tipo de denominaciones como: el higo de a libra, que hace referencia a los higos blancos, o el higo de valle, que es como se conoce al higo blanco de Agaete.

Pero el más popular de todos es el higo pasado, el cual se tendía a secar al sol, evitando que se mojara con la lluvia o el sereno, porque se estropean. Una vez secos, se soban, pero también se podían envolver con gofio una vez que se habían secado.

Para la conservación de esta fruta, había que guardarla en un sitio seco y fresco.

TUNOS SECOS

El tuno es otro de esos productos que se secaban para tenerlos en casa durante el invierno y para cuando no había fruta, de hecho hay gente que continua haciéndolo.

Antiguamente, en la celebración de los «finados», o sea, el Día de los Difuntos, se comían este tipo de productos. Además de estas frutas, también era común que se comieran castañas y nueces.

Para preparar el tuno, hay que cogerlo cortando con el cuchillo un poco de la hija de la tunera, que a él está pegado, para que éste se quede bien cerrado y no se salga la pulpa.

Antes de prepararlos también se suelen barrer los tunos para así quitarles las diminutas púas que los cubren.

Luego se les quita la piel y se deja el pezón. Después se ponen a sacar sobre papel bazo durante un mes o mes y medio, dependiendo del tiempo que haga.

Este es uno de esos productos, que tradicionalmente, se ha dicho que son buenos para el riñón.