Las descripciones que recoge el diccionario de la lengua nos remiten a la palabra jubón, que se trata de una vestidura que cubre desde los hombros hasta la cintura, y que está ceñida al cuerpo.

La almilla es pues un jubón, y puede tener o no tener mangas. El armador tiene similares características, pero es un término que cayó en desuso.

Se trata pues, siguiendo las líneas de las anteriores prendas, de una pieza sin mangas, que se abotona y se ciñe al cuerpo, va desde el pecho a la cintura y se pone sobre la camisa.

Al igual que con las chupas, los delanteros se hacían con materiales más ricos, mientras la trasera se elaboraba con telas más baratas. Los tejidos utilizados eran: tafetán, cotonia, paño, género de la tierra, lienzo casero, tapicería, griesete y variedades de seda bordadas.

Tanto el forro de los delanteros del chaleco, como la trasera del mismo se hacía de lino. Y el refuerzo de la prenda lo componía un ribeteado con una cinta o cordón.

Los colores más usados en la confección de esta pieza de la indumentaria masculina son: azul, negro, marrón, verde, grana, más los listados y los bordados con hilos de seda, plata y oro. El hacerlo con unas determinadas características dependía de la economía de los portadores.

En un principio estas prendas no tenían ni cuello ni solapas, posteriormente se fueron incorporando. También se caracterizaran por su abertura delantera.

La sujeción de las almillas al cuerpo, inicialmente se hacía con cordones, aunque lo más usual eran los botones: desde los más económicos que eran de hueso, a las «fiscas» de plata y oro, o de plata afiligranada de las clases pudientes. La fisca era la botonadura más común, se trataba de una moneda, aunque de forma irregular, que se acuñaba en Perú.

Seda de diversos colores (ropa de fiestas)
Paño de lana azul, negro, morado, marrón
Lana de listas tejida en telar manual
Brocados de diversos colores (ropa de fiestas)
Ilustración: J.J. Williams, 1845 (Detalle)