
Se trata de una pieza de vestir exterior, con mangas y ajustada al cuerpo. Se caracterizará también por no tener faldones y un largo variable. El uso de la chaqueta se generalizó adoptando diversas formas, y estableciéndose un largo más o menos fijo a media cadera.
Al formarse a principios del siglo XIX, la chaquetilla o chaqueta, coexistieron con el uso de la anguarina; la primera con un nuevo modelo y la segunda apoyada en el viejo diseño.
Todo el contorno de las chaquetas, así como los bordes de las mangas, se ribeteaban con cinta o tela y normalmente del mismo color de la prenda. Esto era una medida de protección que se siguió utilizando hasta finales del siglo XIX.
Para su elaboración, el material más usado y el más duradero era la estameña de lana.
Hasta hace pocas décadas, se usaban las conocidas como «chaquetas de queseros», que solían ser de lana.
Tras la Guerra Civil Española, dado las necesidades, y condicionados por la pobreza imperante, en el ámbito rural se usaron los tejidos del país. De ahí, la gran abundancia de chaquetas de color crudo, matizado y marrón.







