El conjunto de manto y saya fue un vestido muy generalizado en el Archipiélago Canario. Consiste en unas faldas ajustadas a la cintura, una cae a los pies, la otra se sube por la espalda hasta cubrir la cabeza.

Hay referencias de su uso desde el siglo XVI, y se continuó usando hasta el siglo XIX, aunque a mediados de este siglo este traje deja de verse. La supervivencia del manto y la saya en Canarias durante tanto tiempo, se debe al aislamiento y al bajo poder adquisitivo de los pobladores.

Este traje pertenece a los modelos de tapadas, pues el manto era lo que les cubría la cara, aunque es un vestido que es usado tanto para ir a la iglesia, de paseo, de calle, o incluso, de luto.

Como es lógico, existían diferencias en la calidad de los tejidos del vestido, según las posibilidades de las portadoras. De entre los materiales usados, el que prevalecía era el anascote, junto con las sayas de lana y las variedades de seda.

Las dos piezas solían estar ribeteadas con un cordón que podía ser de color encarnado o amarillo, o incluso del color del mismo vestido, que era normalmente, negro.

De este vestido hay muchos detractores, los cuales han intentado ridiculizarlo por diferentes motivos, y entre ellos están aquellos que lo hacían para intentar erradicar esa costumbre local y darle mayor cobertura a las nuevas influencias europeas y conseguir así, dar a la ciudad un aire más cosmopolita.

El manto y saya, junto con los trajes de viuda son los que darán origen a los modelos de las Dolorosas.

Paño de lana fina negra
Seda negra
Ilustración: J.J. Williams.1845 (Detalle)
Dibujo de Alfred Diston (1829) Manto y Saya