Traje de ciudad: con esta denominación nos referimos a los modelos de la alta burguesía, que destacan por sus tejidos y peculiaridades ornamentales.

En las nuevas ciudades, ejercieron mucha influencia los vestidos traídos de otros países, de hecho, el lujo de la élite colonial iba en aumento, a imitación de la metrópoli.

En su vestuario había mucha suntuosidad, y es que los materiales que usaban eran mucho más ricos. Imitaban los modelos foráneos pero también está constatado el uso de prendas sueltas, que eran utilizadas en los pueblos, eso sí, con mejores y más variedad de tejidos.

Además de todo esto, también nos podemos encontrar con prendas de uso exclusivo, que se ponían en determinadas ocasiones y con una función concreta. Algunas de esas son: el petillo, el tontillo, el cabriolé, la redecilla, la garnacha, la bata, la hopa o el capingol.

Los hábitos: vestido llevado o bien por promesa o como agradecimiento por la generosidad de los santos de su devoción.

 

El tiempo de llevar el hábito no es fijo, está marcado por el alcance del favor pedido. Algunos de estos hábitos son:

Hábito de la Virgen de la Soledad de la Portería: falda y blusa negra, con cofia alrededor de la cara y cordón blanco cayendo sobre la falda.

Hábito de la Virgen de la Nieves: falda azul marina, blusa roja; puede llevar o no cordón.

Hábito de Santa Rita: traje negro con canesú blanco.

Hábito de la Virgen de la Concepción: traje azul celeste con adornos blancos.

El luto: se lleva como muestra de pena por la muerte de un familiar. La vestimenta era negra y se solía llevar durante largas temporadas.

Las prendas de luto eran la principal señal de dolor para la mujer. Usaban mantilla negra, pañuelo en la cabeza, crespón, traje, guantes y medias negras. Para el hombre no era tan riguroso, solían ponerse un traje negro, y en demostración de inmensa pena, hasta camisa del mismo color.

El luto más severo era para las mujeres, y es que ellas no podían salir de sus casas hasta pasado el funeral. En el tema del luto, hay veces en que pesan más los convencionalismos que los propios sentimientos.

El alivio del luto consistía en ir dejando paulatinamente ciertas prendas, hasta llegar al medio luto, alternando con ropa de color, para luego dejarlo pasado un tiempo prudencial.